miércoles, 19 de marzo de 2008

Dos y dos

Deja que a las yagas se las lleve el viento,
que, lentamente, se escurran
por las tímidas grietas que dejó el pasar,
el pasado y lo dormido.
Que la efímera noche se marche sin más:
sin reproches, sin llantos, sin temblores;
ni dudas, ni ninguno de los otros horrores
a los que nombran como nostalgia o pasión.
Deja que se vayan sin más,
que recorran paso a paso,
el eterno camino de la desidia
y se caigan, dramáticamente
y así se pierdan, caigan,
se pierdan,
caigan
se...